Me dispongo a narrar la anécdota de Víctor Kray, quien halló su fama culinaria gracias a una toma de sentido literal con respecto a una frase hecha que le exclamó su compañero, yo.
Era el gran día, me desperté sobresaltado por mi madre. ¡Vamos! Tienes que probarte el traje de tu padre. ¿No querrás presentarte desastrado a la puerta que separa de tu aspiración, verdad? Ya tienes el desayuno en la mesa, voy a llevar a tu hermana al colegio y cuando vuelva espero que estés esperándome en la puerta del jardín para llevarte al salón municipal.
Asentí débilmente y tra oír cerrarse la puerta me levanté y me puse el dichoso traje que tardé más de un cuarto de hora en ajustarme. Bajé a la cocina haciendo sonar las escaleras y engullí rápidamente el desayuno pues andaba justo de tiempo.
Una vez en el exterior, me senté a la espera en el bordillo de la acera y pensé en algunas ideas para debutar en el concurso culinario de la ciudad.
Al poco tiempo vi llegar el coche esperado, y casi sin frenar me abrió la puerta.
Cuando distinguí el edificio desde la ventanilla me abroché el atuendo y solté el cinturó. Tenía bien claro mi plato, un pollo con marisco y salsa de ostras. Bajé del coche y esperé a que desapareciera tras las viviendas.
Antes de entrar, me encontré con mis compañeros, Víctor Kray, el cual se me acercó con una intimidante preocupación y me gritó:
- ¡Tienes que ayudarme, todavía no sé qué es lo que voy a preparar!
-¡No me vengas ahora con tus penas, eres demasiado perezoso!
-¿Sabes lo que te digo? Vete a freír espárragos.
-Gracias, sabía que podía contar contigo. Adiós.
Cuando se alejó negué con la cabeza y caminé hacia la sala de concursantes. Nos explicaron las normas de la prueba y comenzamos rápidamente en mesas individuales. Recogí los ingredientes que necesitaba, y comencé a cocinar para los jueces.
Al cabo de una hora, cuando hube acabado mi obra, la entregué al empleado y salí a las gradas a esperar. Recorrí visualmente el lugar y me senté con Víctor. Estuvimos charlando sobre la prueba un buen rato, y finalmente le pregunté:
-Por curiosidad, ¿podrías contarme qué es lo que has cocinado?
-No te hagas el tonto, exactamente lo que tú me dijiste.
-¿Lo que yo te dije?, pregunté con tono confuso.
Sin tiempo de una respuesta, sonó el altavoz y uno de los jueces supremos comenzó a hablar: Quiero dar las gracias a todos los concursantes hoy aquí presentes por vuestra participación y anunciar que todos los platos han sido más gustosos de lo esperado. Los jueces ya hemos decidido un ganador. ¡Un fuerte aplauso a Víctor Kray!, con su plato de espárragos fritos, rebozados y rellenos con un ingrediente que no hemos sabido identificar, pero que ha despertado los paladares de nuestro personal.
Me eché a reír y le pasé el brazo por sus hombros.
A los pocos días numerosos restaurantes y marcas alimenticias solicitaron su colaboración. Pronto se convirtió en el cocinero más respetado del país y me estuvo por siempre eternamente agradecido.
Realizado por Jon Jiménez Beltrán (2º ESO A)
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